26 septiembre 2009

Baile de máscaras


Jimena tiene un baúl lleno de gente, por eso siempre sonríe.

Está sobre la mesa, disimulado con una bandera de calaveras y casi oculto por la cesta de su gato.

Cree que no lo he visto, porque cuando subo a su habitación me hago la despistada para no desvelar su secreto, pero he oído voces dentro y al asomarme al ojo de la cerradura, me sorprendo con personajes de todos los colores y tamaños.

Un jugador de baloncesto le hace personal a un pirata mientras una princesa guiña el ojo a un marciano y un saltimbanqui se cuela en el tutú de una bailarina que se acaba de despertar. Duendes y canallas bailan al son de un ronroneo que se escucha de fondo. A ratos discuten por los trajes y el maquillaje, y se pelean también por el sitio que les corresponde para estar más cerca de la salida.

Todos quieren ocupar la siguiente hoja del cuaderno, convertirse en protagonistas de un cuento, navegar en una lágrima o volar en una sonrisa, así que cuando Jimena se sienta en la mesa y moja la pluma en el tintero, se quedan quietos y muy calladitos esperando que la caligrafía descubra quién sale de allí el primero.

Hay quien juega a hacer puzles con las palabras, cree en hadas y pinta monigotes sobre hojas en blanco que luego cobran vida.

Y hay quien nunca ve baúles porque no se acerca a acariciar a los gatos.
07 septiembre 2009

Concurso de micros entre amigos

Esta vez nos reunimos un grupo de amigos y decidimos concursar entre nosotros con un microrrelato. La primera frase es la que aparece en negrita, el resultado...el resto: palabras, risas, cañas y abrazos. Merece la pena aprender juntos :-). Gracias a todos por estar ahí.


Lo limpiaría ella si hubiera sucedido, pero aquella noche Marcos ni siquiera contestó sus llamadas.

Le juró que estarían juntos cuando llegara el momento y que se encargaría de deshacerse de todo, que ella solo tendría que limpiarlo. Insistió en que no se preocupara, pero estaba acostumbrada a promesas que nunca se cumplían y empezaron los dolores.

Amaya nunca tuvo suerte con los hombres y esta vez no iba a ser distinta, no tendría valor para hacerlo sola.

¿Ahora qué? –se dijo en voz alta.

Una punzada de dolor la hizo caer sobre la cama. En silencio, empezó a llorar e imaginó un segundo cómo sería su primera sonrisa.

Se levantó como pudo y escondiendo en el armario las bolsas y los trapos que había preparado, reunió el valor para coger el teléfono, marcó el 112 y pidió ayuda. Le temblaban las manos.

Mientras llegaba la ambulancia, calculó los intervalos de las contracciones intentando no empujar. Era la primera vez que tomaba una decisión en su vida, la primera también que se sentía importante para un hombre, por pequeñito que fuera.

Todo fue muy rápido. Cuando lo pusieron sobre su pecho y dejó de llorar, se olvidó de Marcos, de las promesas y de cómo limpiaría todo si hubiera sucedido de otra manera.
Si quieres llevarte bien con las hadas, no copies textos sin permiso.
Diseño de Joaquín Bernal • Ilustración de Sara Fernández Free counter and web stats