19 noviembre 2008

De hoy no pasa


Me gusta madrugar, vale. Llevo tantos años haciéndolo que no recuerdo la última vez que escuché el sonido del despertador.

Ni siquiera la jubilación me ha hecho cambiar de costumbres, para qué, si cuando me quedo en la cama no consigo dormir. Ahora sólo me levanto al servicio y procuro no hacer ruido para no despertar a Manuela. Me gustaba salir de la cama cuando los demás dormían y adelantar trabajo pendiente, pero ya nadie arregla sus relojes y poco a poco dejaron de llegarme encargos.

Entre ella y mi hija se han empeñado en llenarme las horas para que no eche de menos el trabajo que me ha ocupado los cuarenta últimos años. Creen que no me voy a dar cuenta de que me tratan como a un niño.

Pero de hoy no pasa que hable con la Nena, está decidido.

El veterinario lo dijo bien claro: el perro tiene que andar más, vale, pero eso no me incluye a mí, ya ves tú, que aquí me tienes, obligado a pasearle una hora por estos caminos de barro, como si no tuviera nada mejor que hacer que recorrerme el Retiro cada mañana haga el tiempo que haga y hablando solo por mitad de la calle como un viejo loco.

Mira que se lo dije cuando quisieron comprarlo, pero es que la Nena no escucha a nadie, a quién habrá salido. Y mi pobre yerno no sa atreve a llevarle la contraria. Hala, pues perrito, y gato, y niños y lo que haga falta, que ahí está Benito para echar un cable.

Y ella le habrá le habrá dicho al pobre Juan –Total, si a mi padre no le importa, que no tiene nada que hacer. Vamos, como si la viera.

Una mierda. He pisado una mierda. Y es que el caminto está plagado de ellas por culpa de tanto perrito. Claro, los dueños, asqueados de madrugar, creen que nadie les ve y no doblan el lomo para recoger lo que es suyo.Un día de suerte para el que quiera ser optimista. Yo con no pisar otra, me conformo.

Que no tengo mucho que hacer, bueno, bastante difícil me lo han puesto con la agenda que me organizan, que desde que dejé de trabajar, parece que lo hago en la Bolsa, aunque sea por las que llevo colgando todo el día con tanto recado.

Nada, a este paso, el que adelgazo soy yo, como si me hiciera falta, eso si no me da un jamacuco subiendo una de las cuestas del parquecito, que alguna se las trae, ríete tú de cuando los guajes eran críos y pasábamos el día en la sierra, claro, que por lo menos ahí mis piernas me respondían, no como ahora, que parecen morcillas en cuanto estoy un rato sentado y eso que desde hace unos días me encuentro mejor, aunque no quiero decirlo, porque entre la madre y la hija son capaces de hacerme andar aún más.

De eso nada, monada, que ya nos conocemos y como se les meta en la cabeza algo, vamos listos.
A ellas les recetaba yo el paseíto diario, que desde Atocha aquí no les iba a quedar fuelle para seguir ideando recados.

Y encima me echarán las culpas de lo cabezona que nos ha salido la Nena, por consentirla. No me extraña que sus hermanos se quejen de tanto mimo, aunque también ellos podrían haberse venido al barrio en vez de comprarse un chalet en las afueras, y así verían más a su madre.

Pero hoy hablo con ella, vaya que si hablo, y se acabó lo de madrugar para venirme al parque, que hasta me saludan los barrenderos cada mañana y las estatuas del camino parece que se burlan cuando paso.

Hala, ya estoy en la fuente del Angel caído, mitad de recorrido. Estoy deseando llegar a casa.

La culpa es mía, que me he pasado media vida como un bulto a la hora de tomar decisiones en casa y otra media mordiéndome la lengua para no llevarles la contraria, que cuando se enfadan, nunca sabes por dónde van a salir. Si no fuera por lo guapas que son las dos, lo habría tenido más fácil para hacer lo que quisiera, pero sigo derritiéndome cuando las miro, qué le vamos a hacer, si hasta parece que tienen la carita de porcelana. Ya me lo decía madre, que Dios tenga en su gloria, –Benito, hijo, que cuando miras a la hija del Sebas te quedas como tonto. Y un poco de razón tenía, pobre, pero es que mi Manuela era lo más bonito del barrio, qué digo del barrio, lo más bonito de todos los barrios, que andaba y parecía que iba bailando, bueno, aún lo parece, aunque le cueste más moverse, que los años van pasando para todos.

Joder con la cuestecita de marras, hoy no llego ni al banco de al lado del estanque sin descansar. Cada vez me cuesta más la dichosa vueltecita.

De hoy no pasa. La Nena no puede cargar a los demás con sus cosas, que para eso decidió ella comprarse el perrito. Si es que encima, mírale, que en cuanto aparezco mueve el rabo tan deprisa que parece que lo va a perder.

Que no me mires así, Lucky, coño, que esto no va contigo, pero llevamos media hora aplastando hojas y ya no te queda ni un árbol en el que dejar tu huella.

Lo siguiente será que me manden dar de comer a las palomas, o que vigile cómo van las obras del barrio, pero no, esta vez la Nena no se va a salir con la suya, que yo aún sirvo para muchas cosas y no puedo perder el tiempo así como así, que una cosa es que le haga los recados a mi Manuela para que la pobre no tenga que moverse, y otra muy distinta, sacarle las castañas siempre a esta niña malcriada que dice que no tiene tiempo de nada. Me regala unos guantes y se cree que con eso me va a tener todo el día por la calle. Pues no.

El perrito se queda hoy aquí como que me llamo Benito. Se lo digo a la castañera y que le cuide el puesto, comida no le va a faltar y seguro que le dejan darse una vuelta sin correa detrás de las palomas.

Y yo a lo mío, a mis relojes y a mis cosas, a bailar con mi Manuela y a hacer viajes con el Inserso, que ya está bien.

Que no, Lucky, que no me mires así, que soy un blando.

Bueno, pues mañana, Lucky, porque hoy hace frío, pero te quedas aquí y punto. Y en cuanto lleguemos a casa te sientas quietecito mientras ensayo en el espejo, que de hoy no pasa que hable con la Nena.

6 comentarios:

Blogger Maria Coca ha dicho...

Un monólogo interior que dice mucho del personaje. Alquien a quien, después de todo, con el único que es capaz de expresarse es con su perro.

Si los perros hablaran!

Buen relato, Jimena. Y buen título.

Besosss

20 de noviembre de 2008, 17:59  
Blogger Fran ha dicho...

De hoy no pasa que le diga a Jimena lo mucho que me gusta. como escribe.
Me ha gustado la forma del monolog. Quieres ser mi guionista?
besos

21 de noviembre de 2008, 8:39  
Blogger Joaquín Campos ha dicho...

JIMENA MUCHAS VECES ES MAS FACIL HABLAR CON UNO MISMO QUE CON LOS DEMAS.
ME HA GUSTADO-MUCHO- EL RELATO.
UN SALUDO...

22 de noviembre de 2008, 9:54  
Blogger Marina Culubret Alsina ha dicho...

Benito..qué buen corazón tiene...
Me gustó el enfoque.


Un abrazo,

22 de noviembre de 2008, 10:05  
Blogger Hache ha dicho...

Nunca se me habría ocurrido escribir un monólogo así ... :p

Menos mal que no leí, jeje.

Mola (casi tanto como el mío)

24 de noviembre de 2008, 14:15  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Me gusta mucho la personalidad de Benito, que no quiere reconocerlo, pero sí que es un blando. Muy bien estudiado el personaje. Y me gusta que llame a su hija la Nena. Es tierno.
Una pijadina que me chirría; si llama a sus hijos "guajes", pon más cosas que nos hagan ver que es asturiano, porque si no, el detalle queda huérfano.
Beso!

26 de noviembre de 2008, 21:01  

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