Tejedor de sueños
Donde yo vivo, todo cobra vida desde la carpintería de Juan.
Generación tras generación, su familia se ha dedicado a trabajar la madera y levantaron de la nada el lugar en el que he nacido.
Hace muchos años, por un descuido, la serrería empezó a arder y con ella todo lo demás, dejando el pueblo reducido a cenizas.
La gente se fue marchando de allí y el bisabuelo de Juan perdió todo lo que tenía, menos una nieta que le obligó a no tirar la toalla. Dicen que se sentía tan responsable de lo que había ocurrido y tan triste, que le prometió a la niña que reconstruirían juntos todo aquello. Como era pequeña y apenas recordaba las formas de las cosas, él se las enseñaba esculpiéndolas en pedazos de madera que para ella se volvían realidad.
Así se fue escribiendo la historia de este pueblo. Los forasteros y curiosos que llegaron se iban quedando y levantaron entre todos ImaginArte, un lugar en el que cualquier sueño podía cincelarse como una realidad. La primera norma al entrar: jugar con la imaginación.
Los niños se encargaban de dar color a las calles, a las casas y hasta a las nubes que adornaban el cielo.
Lo que empezó como el mayor incendio que se recordaba en el país, se convirtió en el sitio turístico de moda gracias a un abuelo que se resistió a abandonar el lugar en el que había crecido.
Ahora, cuando alguien llega donde yo vivo, se le entrega un trozo de madera, lapiceros de colores y se le pide que piense en algo que le haga feliz.
Esta mañana, una niña vio un trébol naranja, le pintó círculos amarillos, dibujó una cabecita con antenas, una cola y se lo entregó a su papá.
–¿Ves? Yo quiero ser mariposa.
Juan hizo el resto con sus herramientas y antes de que nos diéramos cuenta, miles de mariposas de colores revoloteaban sobre nuestras cabezas.
Donde yo vivo, nos gusta cerrar los ojos para imaginar cosas que nos hacen sonreír.
Generación tras generación, su familia se ha dedicado a trabajar la madera y levantaron de la nada el lugar en el que he nacido.
Hace muchos años, por un descuido, la serrería empezó a arder y con ella todo lo demás, dejando el pueblo reducido a cenizas.
La gente se fue marchando de allí y el bisabuelo de Juan perdió todo lo que tenía, menos una nieta que le obligó a no tirar la toalla. Dicen que se sentía tan responsable de lo que había ocurrido y tan triste, que le prometió a la niña que reconstruirían juntos todo aquello. Como era pequeña y apenas recordaba las formas de las cosas, él se las enseñaba esculpiéndolas en pedazos de madera que para ella se volvían realidad.
Así se fue escribiendo la historia de este pueblo. Los forasteros y curiosos que llegaron se iban quedando y levantaron entre todos ImaginArte, un lugar en el que cualquier sueño podía cincelarse como una realidad. La primera norma al entrar: jugar con la imaginación.
Los niños se encargaban de dar color a las calles, a las casas y hasta a las nubes que adornaban el cielo.
Lo que empezó como el mayor incendio que se recordaba en el país, se convirtió en el sitio turístico de moda gracias a un abuelo que se resistió a abandonar el lugar en el que había crecido.
Ahora, cuando alguien llega donde yo vivo, se le entrega un trozo de madera, lapiceros de colores y se le pide que piense en algo que le haga feliz.
Esta mañana, una niña vio un trébol naranja, le pintó círculos amarillos, dibujó una cabecita con antenas, una cola y se lo entregó a su papá.
–¿Ves? Yo quiero ser mariposa.
Juan hizo el resto con sus herramientas y antes de que nos diéramos cuenta, miles de mariposas de colores revoloteaban sobre nuestras cabezas.
Donde yo vivo, nos gusta cerrar los ojos para imaginar cosas que nos hacen sonreír.
6 comentarios:
QUE CHULO EL SITIO DONDE TU VIVES,
¿QUEDAN CASAS VACIAS?
UN PETONET...
Yo el lunes ya quise vivir en un mundo así, de colores, naranja y verde sobre todo.
;-)
Genial. Un lugar especial y maravilloso, donde reina la imaginación. Qué estupendo sería vivir en él!
Me encantó tu sueño, amiga.
Besos de colores.
Lo genial sería hacer realidad lo que la imaginación convierte en sueños.
Yo también me pido una casita... color morado.
Besos
la imaginación... ¡qué elixir...!
a veces, suerte tenemos de ella...
un abrazo cálido,
tendrás que ayudarme a ubicarlo en un mapa, porque yo quiero ir a conocer ese lugar...
BSS
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