El Principito
Me gusta el Rastro.
No el gentío, ni las aglomeraciones, ni la Ribera llena de puestos para guiris con presunto sabor español. Yo soy más de la parte trasera, la que esconde las almonedas, los gitanos, la gente que hace cosas con las manos y los que venden recuerdos de una vida que aparentemente no sirven a nadie. Soy de ir temprano, cuando aún no parece un hervidero consumista con prisa por llegar a ninguna parte.
Disfruto parándome a ver un baúl viejo, libros de segunda mano, una lámpara de papel o pendientes hechos con botones.
El domingo compré un broche de lo más original. No le dejé a mi hermana que comprara muchas más cosas porque sentía mi vena creativa y me apetecía llegar a casa para innovar.
Si a mi espíritu chamarilero le mezclas las ganas de ser original y la pequeña obsesión por los complementos, el resultado puede ser la bomba.
Y no se trata de reciclar, ahora que no se habla de otra cosa, para qué engañarnos. Lo que pasa es que mi cabeza suele ser una olla exprés y prefiero de vez en cuando emplear mi tiempo y mis energías en algo más productivo que darle vueltas y vueltas a problemas de adolescentes, estudios, trabajo o cualquier otro de los que llenan el día a día.
La cosa es que rebusqué en mi cajón “de-sastre” buscando fornituras y encontré unos alfileres con los que hacer broches divertidos.
Mi lápiz favorito, uno de El Principito con el que llené cuadernos enteros de ideas y bocetos, ahora luce en la solapa de mi abrigo como pequeño homenaje a lo que me gusta ser. Cuando lo vio mi hijo pequeño, me regaló su botón de la suerte (el que le ayudó a dejar de chuparse el dedo), en forma de sacapuntas, para que lo pusiera al lado para acordarme de él. Como si necesitara algo para eso...
En clase he subrayado mucho más que otros días. No sé si porque me encontraba activa o porque me apetecía regalar el lápiz con el que lo estoy haciendo. Mañana alguien especial lucirá horas de mi estudio sin saberlo. Y yo, con mis manías y mis taras, seguiré “perdiendo” el tiempo en imaginarme lo que quiero ser cuando sea mayor.
No el gentío, ni las aglomeraciones, ni la Ribera llena de puestos para guiris con presunto sabor español. Yo soy más de la parte trasera, la que esconde las almonedas, los gitanos, la gente que hace cosas con las manos y los que venden recuerdos de una vida que aparentemente no sirven a nadie. Soy de ir temprano, cuando aún no parece un hervidero consumista con prisa por llegar a ninguna parte.
Disfruto parándome a ver un baúl viejo, libros de segunda mano, una lámpara de papel o pendientes hechos con botones.
El domingo compré un broche de lo más original. No le dejé a mi hermana que comprara muchas más cosas porque sentía mi vena creativa y me apetecía llegar a casa para innovar.
Si a mi espíritu chamarilero le mezclas las ganas de ser original y la pequeña obsesión por los complementos, el resultado puede ser la bomba.
Y no se trata de reciclar, ahora que no se habla de otra cosa, para qué engañarnos. Lo que pasa es que mi cabeza suele ser una olla exprés y prefiero de vez en cuando emplear mi tiempo y mis energías en algo más productivo que darle vueltas y vueltas a problemas de adolescentes, estudios, trabajo o cualquier otro de los que llenan el día a día.
La cosa es que rebusqué en mi cajón “de-sastre” buscando fornituras y encontré unos alfileres con los que hacer broches divertidos.
Mi lápiz favorito, uno de El Principito con el que llené cuadernos enteros de ideas y bocetos, ahora luce en la solapa de mi abrigo como pequeño homenaje a lo que me gusta ser. Cuando lo vio mi hijo pequeño, me regaló su botón de la suerte (el que le ayudó a dejar de chuparse el dedo), en forma de sacapuntas, para que lo pusiera al lado para acordarme de él. Como si necesitara algo para eso...
En clase he subrayado mucho más que otros días. No sé si porque me encontraba activa o porque me apetecía regalar el lápiz con el que lo estoy haciendo. Mañana alguien especial lucirá horas de mi estudio sin saberlo. Y yo, con mis manías y mis taras, seguiré “perdiendo” el tiempo en imaginarme lo que quiero ser cuando sea mayor.
9 comentarios:
Pues te ha quedado perfecto. Yo que soy de adornos varios si lo viera en cualquier parte me lo pediría. Fantástica idea. Y no te comas el coco con lo que quieres ser de mayor, aún queda mucho para eso. Un besote.
Gracias, Eva. Además de un revuelto cajón "de-sastre" y amuletos infantiles, te recomendaré un pequeño puesto del Rastro cuando estés por aquí. Besitos
Hola guapetona, vuelvo a ser yo. Vengo a invitarte a una cosilla que hemos inventado y que se encuentra en mi blog de Son solo palabras. El niño está detrás de esto, como no podía ser de otra manera y me chivó que quizá a ti también podía gustarte la idea. Invitada quedas, ya sabes donde estamos!
Muak!
Lo tengo, lo tengo. Chinca porriña que me lo ha regalado a mí.
Chiki
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Te toca, Jimena. Cuando puedas, no ha y prisa. Muak!
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bueno un poquito de la calle más comercial también te gusta ver, aunque sólo sea de vez en cuando o de cuando en vez, jeje
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