02 abril 2008

Segunda postal. Diario de una vacación


Sábado. Seis de la mañana.

La luz entra a través del encaje de los visillos dibujando formas sobre la cama.

Remoloneo, medio dormida aún, para hacer tiempo hasta la hora del desayuno. Me resisto a levantarme justo hoy que no suena ningún despertador, pero sé que lo haré mucho antes de lo que me gustaría. Mi cuerpo se ha habituado a un ritmo que me cuesta mucho cambiar los fines de semana.

Si no fuera por la hora que es, juraría haber oido llamar a la puerta. Tal vez haya sido en otra, aunque ayer no me pareció que el hotel estuviera completo precisamente.

Me doy la vuelta, cierro los ojos e imagino cómo será el Café del que me habló Clara. Este lugar me está sorprendiendo y me ha resultado acogedor desde que llegué. Tal vez aún me guarde alguna sorpresa.

Sobre la mesilla, mi teléfono vibra y enciende su luz iluminando de azul las flores secas de la esquina. Es Chiki, mi gemela. Reclama entre susurros que le abra la puerta.

- ¿Qué haces aquí? ¿Has visto la hora que es?

- Dijiste que me invitabas al cine. Además, no creo que estés cómoda durmiendo sola en una cama tan grande. Tú no estás acostumbrada.

- Anda pasa. No sé si alegrarme y darte un abrazo o seguir durmiendo.

Chiki siempre fue así, impulsiva. Su mote es Maraña, por el barullo que forma allí donde va. Cuando éramos pequeñas, yo me escondía tras ella en el parque mientras se acercaba a los niños a los que no conocíamos, se presentaba por las dos, y empezaba a jugar. Yo me limitaba a seguir sus pasos. Algunas cosas cambiaron con el tiempo. Otras no...

Anoche, al volver de sus clases, metió algunas cosas en un bolso después de descansar un par de horas, y se vino para acá. Tiene un sexto sentido para aparecer en los momentos más oportunos. Estoy segura de que ella no habrá necesitado navegador para encontrarme.

La mañana pasó volando entre risas, paseos y comentarios. Buscamos juntas el Café, pero un cartel en la puerta informaba del horario de apertura a partir de las tres de la tarde. Un ritmo de vida mucho más sano que el de la capital, desde luego, aunque dudo que pudiera acostumbrarme a él.

Después bajamos al río y encontramos una pequeña ermita, también cerrada, con la virgen que le da nombre al pueblo.

Aproveché para inmortalizar paisajes y alguna anécdota curiosa, como cuando caímos de culo en el río al intentar vadearlo en plan boyscout. Soy una fanática de ese tipo de recuerdos y siempre llevo la cámara en el bolso. Una de las ventajas de la fotografía digital es que ya no tengo que dejarme el sueldo en intentar conseguir una buena instantánea.

Al mediodía, después de unas cañas en la terraza de la plaza, Clara esperaba en el hotel para que probáramos su sopa de ajo y sus tortitas. Un atentado contra la línea y un regalo al paladar que nos llevó directas a la siesta como cuando éramos pequeñas, o sea, abrazadas en la cama y sin dejarnos dormir.

- ¡Menudo par de charlatanas! ¿quién podría descansar así?.

Descargué las fotos en el portátil y aproveché para escribir un rato.

En el Café, por fin, tomamos un carajillo mientras el dueño nos invitaba a compartir un corto con el que nos reimos mucho los tres. Él, separado desde hacía un par de años, se dedicaba a coleccionar películas con las que compararse para encontrar el lado humorístico a su situación. Vimos “Yo también te quiero”, de Jack Kababie, y, claro, a Chiki, su pasión cinéfila le dio en la mitad del gusto y pensé que nos quedábamos allí. De hecho, ella le recomendó del mismo autor “Cansada de besar sapos” y quedamos en verla juntos algún otro día.

No hubo cine, a pesar de que ese día ponían “El Piano” y me apetecía mucho recordarla.

Después de muchas risas y más copas de las que hubiera querido, volvimos dando un paseo a nuestra habitación mientras yo le contaba la ternura y cariño que me había provocado la escena de la protagonista tocando en la playa. Casi podía escuchar la música…

Está bien, ¡no me la sigas contando!. Mañana veremos esa película y nos marcharemos de nuevo a Madrid. Juntas.

Y así, agotadas, dimos por terminada una larga jornada mientras echábamos a suertes el lado izquierdo de la cama.

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4 comentarios:

Blogger Chiki ha dicho...

que yo duermo en el lado derecho si te vas a poner así. :-)
(y mi ego te da las gracias por ponerme tan mona y tan maja)

Beso

3 de abril de 2008, 8:52  
Anonymous Anónimo ha dicho...

pues para no tener nada que ver con la vida real.., pero bueno suena bonito y agradable, no un best seller pero... ni te vas aproximando, ánimo ya queda menos para que vuelvas a Madrid

3 de abril de 2008, 10:35  
Blogger Ana ha dicho...

maraña y anónimo: habéis oído hablar de ficción? no?...lo imaginaba ;-)
un besito a los dos

3 de abril de 2008, 19:40  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

4 de abril de 2008, 22:12  

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