Antonio Vega
Volví a escucharte y algo se me removió por dentro. En la banda sonora de mis recuerdos hay un lugar especial para tí.
Han pasado más de veinte años desde la primera vez. Cambiaron muchas cosas desde entonces, pero algo permanece exactamente igual: la emoción que me producen tu voz y tus letras, esa mezcla mágica que consigue hacerme llorar, reir o soñar dependiendo del momento.
Hemos envejecido a ritmos distintos. La vida nos ha pasado facturas a todos, pero la década de los 80 y los escenarios me pillaron desde el otro lado de la barrera.
Tratamos de bebernos la vida un día más, peinamos canas con una sonrisa pintada al ritmo de La chica de ayer, El sitio de mi recreo, Autorretratos y otras menos conocidas.
Anoche, en la Sala Clamores, disfruté una vez más de tu genio para añadir a mis recuerdos, y se emborronó mi mirada con una canción que me puso los pelos de punta. No fue un concierto de masas, ni de grandes orquestas, pero tu música me hizo sentir como si estuviéramos compartiendo una copa frente a la chimenea.
Comentaste con un poco de sorna que cada vez estáis menos sobre el escenario. Es cierto: no hacía falta más. Sólo tú, la guitarra, Basilio, el piano, una silla y un botellín que no llegaste a probar. Al otro lado, muchas sonrisas que te llegaron en forma de abrazo al compartir una canción.
Gracias por escribir otra página en el diario de momentos especiales de mi vida. Volveremos a vernos. La próxima vez, seremos uno más.
Han pasado más de veinte años desde la primera vez. Cambiaron muchas cosas desde entonces, pero algo permanece exactamente igual: la emoción que me producen tu voz y tus letras, esa mezcla mágica que consigue hacerme llorar, reir o soñar dependiendo del momento.
Hemos envejecido a ritmos distintos. La vida nos ha pasado facturas a todos, pero la década de los 80 y los escenarios me pillaron desde el otro lado de la barrera.
Tratamos de bebernos la vida un día más, peinamos canas con una sonrisa pintada al ritmo de La chica de ayer, El sitio de mi recreo, Autorretratos y otras menos conocidas.
Anoche, en la Sala Clamores, disfruté una vez más de tu genio para añadir a mis recuerdos, y se emborronó mi mirada con una canción que me puso los pelos de punta. No fue un concierto de masas, ni de grandes orquestas, pero tu música me hizo sentir como si estuviéramos compartiendo una copa frente a la chimenea.
Comentaste con un poco de sorna que cada vez estáis menos sobre el escenario. Es cierto: no hacía falta más. Sólo tú, la guitarra, Basilio, el piano, una silla y un botellín que no llegaste a probar. Al otro lado, muchas sonrisas que te llegaron en forma de abrazo al compartir una canción.
Gracias por escribir otra página en el diario de momentos especiales de mi vida. Volveremos a vernos. La próxima vez, seremos uno más.
3 comentarios:
Es curioso y bonito como la música consigue escribir esos momentos de la historia de nuestra vida. Siempre va unida ... si una canción consigue sacar lágrimas, es que ha calado hondo.
"Suena muy bien" tu momento.
Qué suerte la tuya! Me hubiera encantado estar allí presente en ese concierto...
Gracias por recrearlo con tus palabras en este lugar.
Besossss
Qué grande es Antonio Vega. Es el recuerdo y el presente de nuestra vida.
Me he permitido pasar, si no te importa, daré un paseo por aquí.
Saludos
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio