06 julio 2009

Llorando a lágrima viva

(esto también es un ejercicio de clase. Desbloqueos... Sentados en el césped, disponíamos de 20 minutos para crear una historia a partir de una "frase hecha", en este caso, llorar a lágrima viva...y conseguimos hacer reír a alguna musa)


Cada vez que Elena cogía un berrinche, lloraba de un modo que yo no había visto en mi vida.


Sus padres, preocupados, la llevaron a varios médicos para conseguir una solución.


Al principio, ningún especialista creía lo que le contaban, ni psicólogos, ni médicos, ni siquiera una pitonisa a la que le consultaron, pero entonces sus padres buscaban la manera de que Elena se enfadara, le llevaban la contraria o le recordaban un cuento muy triste y ella, con pucheros, bajaba la cabeza y los ojos se le ponían borrosos. Las gotas saladas que salían comenzaban a dar saltos por la habitación gritando como plañideras. Elena, asustada, lloraba más y más y la habitación se iba llenando de lágrimas saltarinas que buscaban un sitio donde esconderse para no terminar en un tubo de ensayo o en la probeta de un microscopio.


Un día, Elena y sus padres fueron al circo. Tenían que conseguir que dejara de llorar y aquello les pareció muy buena idea. Todos los niños comenzaron a aplaudir cuando los payasos salieron a la pista. Uno de ellos, con grandes zapatones y la nariz colorada, tropezó con un patinete y cayó al suelo haciendo mucho ruido. Los niños se rieron cuando dio con la nariz en el suelo, pero Elena, viendo que al payaso le salían grandes chorros de agua junto a los ojos, se puso muy triste y comenzó a hacer pucheros. Antes de que sus padres pudieran evitarlo, las lágrimas más traviesas se fueron colando en los ojos de todos los niños, que cambiaron las risas por picores y perretas. En un momento, todo el público estaba llorando y la pista se llenaba de agua con la que los payasos resbalaban una y otra vez. Los trapecistas salieron a ver qué pasaba, pero también cayeron de culo en la lona y empezaron a llorar. Todos se miraban sin saber qué hacer.


El payaso más mayor se acercó a Elena y le susurró algo al oído. Luego le dio la mano y la acompañó a la pista, dejó que se subiera a su patinete y le enseñó el truco que hacía que de sus ojos salieran fuertes chorros de agua hacia los lados.


Elena sonrió un poco y se secó los ojos con un enorme pañuelo que el payaso sacó de su bolsillo.


Las lágrimas de todos los niños corrieron también hacia el pañuelo y se escondieron en el chaleco del payaso junto a una flor muy grande que estaba llena de agua.


Cuando Elena empezó a reírse, los otros niños lo hicieron también y al terminar la función, todos aplaudieron muy fuerte.


Elena recorrió con sus padres y con el payaso de los zapatones todas las casetas del circo, aunque primero se puso unas chanclas amarillas para no tropezar y se quitó la flor de la solapa por si mojaba a alguien sin querer.


Le enseñó trucos a la niña, le presentó a los animales y al domador y hasta la invitó a un helado. Elena volvió a casa muy contenta. Por la noche, antes de irse a dormir, pensó en todo lo que había pasado ese día y al acordarse de cómo se cayó su amigo el payaso, se puso a hacer pucheros. Sus padres se miraron y no dijeron nada. Pensaban que Elena se echaría de nuevo a llorar, pero ella se acordó de lo que le dijo su amigo al oído , sacó una nariz roja del bolsillo y al ponérsela y mirarse en el espejo, cambió los pucheros por una sonrisa, dio las buenas noches y se fue a la cama muy contenta para soñar qué sería cuando se hiciera mayor.


3 comentarios:

Blogger Marina Culubret Alsina ha dicho...

lágrimas vivas, saltarinas.... un cuento precioso. Me gusta como lo has relacionado dentro del mundo del circo...!

Besos y sonrisas,

:-)

7 de julio de 2009, 13:26  
Blogger Ana ha dicho...

Gracias, Marina, por la corrección y por estar al otro lado...todo un placer. Besitos

8 de julio de 2009, 13:26  
Anonymous Anónimo ha dicho...

No solo a las musas has hecho reir con este cuento. Me pareció delicioso...¿Y solo en veinte minutos? Qué familia talentosa la de ustedes. Son como los Marías o los Goytisolos...

12 de julio de 2009, 23:19  

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