15 julio 2009

Estornudos



Lo peor que te puede ocurrir siendo como yo es que te dé alergia el polvo.

Desde que llegué a esta casa, Marta me limpia con un trapito suave y no he vuelto a estornudar.

Antes, en almacenes enormes o en cajas, no dejaba de hacerlo y cuando alguien me agarraba, abría la mano rápidamente con un gesto de asco al notar lo húmeda que estaba. Incluso una vez, un niño se empeñó en llevarme con él porque le dijo a sus padres que me había oído un “atchís” y aquello debió hacerle mucha gracia. Por suerte para mí, sus padres no le creyeron y lograron convencerle para cambiarme por un cojín con forma de dinosaurio, que era mucho más decorativo. Dieron por zanjado el tema con un guiño de ojo y un codazo. Yo me quedé tranquila, porque estaba segura de que el niño hubiera tratado de desmontarme para encontrar algún mecanismo oculto y luego me olvidaría hecha trozos en cualquier rincón o en la basura.

Con Marta es distinto, o lo era hasta hace unos días.

Creo que me estoy enamorando.

Me gusta que tape mis hombros con encajes delicados y que pase la mano por encima rozándome con la yema de los dedos. Huele a colonia infantil. Cuando abre la puerta del armario por las mañanas, todas nos quedamos muy quietas esperando que nos escoja y algunas incluso dan codazos e intentan moverse para que las vea mejor. Marta pasa la vista de un lado al otro, sonríe y elige el color con el que vestirse. Lo hace delante del espejo, despacio, mientras tararea alguna canción. Luego vuelve a colocarnos en la barra y va sacando complementos de un cajón hasta que se da el visto bueno y sale del cuarto.

Juan, mucho más perezoso, observa desde la cama y luego corre a la ducha y a la puerta de su armario, tira sin mirar de una de las camisas que guarda perfectamente alineadas y se va de casa mordisqueando una galleta y abrochándose los botones.

Una mañana, hace poco, Marta abrió el armario en silencio y cogió uno de sus vestidos al azar. Todas nos quedamos calladas, pero cuando cerró de nuevo, empezaron los chismes y comidillas, que si la he visto llorar, que si la culpa es de Juan, que si está triste…y esperamos a ver qué ocurría al día siguiente. Repitió el mismo gesto. Desde aquí dentro no podemos escuchar gran cosa, pero tampoco se oye el tarareo de ninguna canción y eso, en boca de las más mayores, no es buena señal.

Pues no, no lo era.

Hoy, con las dos puertas abiertas y una maleta sobre la cama, Marta ha ido cogiendo sus cosas y doblándolas deprisa. Juan no estaba.

Desnudas sobre la barra, nos hemos mirado y al cerrar el armario, nuestras voces han sonado con eco contra las paredes de este espacio vacío.

Necesito salir. Hace poco que se ha ido, pero echo de menos a Marta, sus encajes, su sonrisa y el olor a colonia infantil.

Hemos oído barullo, la puerta de la calle, gente entrando y saliendo y alguien que decía de cubrir todo con plásticos. Suenan golpes, como si estuvieran tirando la cocina. Huele a yeso y a pintura.

Es verano y hace calor, pero mis hombros están fríos y no creo que Juan me limpie con un trapito suave.

Tal vez Marta vuelva pronto, antes de que empiece a estornudar de nuevo.

3 comentarios:

Blogger JP ha dicho...

...y dentro de aquel plástico permaneció durante años esperando que aquel encaje le acariciara otra vez los hombros y volver a sentirse querida...
...pero solo oía silencio...
Besitos Ana.

15 de julio de 2009, 23:22  
Blogger Walter ha dicho...

Esta entrada creo que no la he entendido...xD
No entiendo que digas que un padre no puede ser colega de sus hijos.Tú misma los has dicho,si fuisteis jóvenes y sabéis lo que nos pasa y lo que pensamos,porque muchas veces parecéis que siempre habéis sido incomprensibles.
Yo creo que la falta de comunicación entre un padre y un hijo se debe principalmente porque primero el padre actúa como un dictador y 2º y repito 2º...tú confiarías en tu padre si él cada vez que haces algo malo le hechas la bronca,en vez de intentar hablarlo?Yo creo que no...
Parece que voy un poco de víctima,pero ni mucho menos,nosotros los "jóvenes" tambien tenemos mucha culpa y solo velamos por nosotros mismos,pero creo que el 1er paso lo tiene que dar un padre para una relación más beneficiosa por las 2 partes.
Saludos y felices vacaciones!

20 de julio de 2009, 1:01  
Blogger Marina Culubret Alsina ha dicho...

me gusta escuchar esta historia desde dentro del armario...
qué otros lugares hablarían.......!

:-)

saludines fresquitos....!

21 de julio de 2009, 15:45  

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